Sergio Ramírez: “Rubén Darío es el escritor a quien regreso siempre”

Premio Cervantes visita Guatemala

Por: Ángel Elías @angeleliasGT

El escritor nicaragüense y actual Premio Cervantes, Sergio Ramírez estuvo de visita en Guatemala, para presentar su reciente novela: Ya nadie llora por mí (Alfaguara) y conversar con el público sobre el Cervantes.

Fue revolucionario sandinista y compartió el gobierno de su país con Daniel Ortega entre 1985 y 1990. Además, es periodista y abogado. Sus líneas se pueden leer en distintos idiomas.

Su obra tiene la magia de Centroamérica, no solo refleja a esos países tropicales sino también dibuja las dificultades de sus habitantes para habitar el paraíso perdido entre las selvas amazónicas y el sueño americano, el dilema de vivir en centro.

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Sergio Ramírez siempre se siente bien en Guatemala. Conoce lugares, nombres y momentos políticos, además en 1970 fue Guatemala donde se publicó su primera novela Tiempo de fulgor. “De esto tengo buenos recuerdos. Tengo en mente la antigua Sexta Avenida, el Portalito, el teatro Lux y el Hotel Panamerican que era el sitio donde me iba hospedar”, comenta.

Sergio es un tipo templado y tranquilo, que pareciera que dibuja las palabras antes de decirlas. “Tengo que saber que las palabras tienen mucha fuerza”, dice. Sus novelas y sus cuentos han sido motivo de que el Ministerio de Educación y Cultura de España le concediera el Premio Cervantes, reconocimiento que gana por primera vez un centroamericano.

El escritor Sergio Ramírez presentó su novela en Guatemala. (Foto Guatemalan Art: Ángel Elías )

El Premio Cervantes parece que visibiliza a Centroamérica

La riqueza literaria de Centroamérica tiene sus bases. Se le conoce por las letras de Rubén Darío, de Miguel Ángel Asturias que son referente. Entre las pléyades de están las obras contemporáneas están Ernesto Cardenal y Rodrigo Rey Rosa, por mencionar a algunos. Las luces del mundo poco a poco se colocan sobre las mentes de Centroamérica.

Con respecto al Cervantes, Nicaragua ¿cómo lo toma?

Con mucha alegría. De alguna manera se tomó como un momento de orgullo para el país. En otros países también ocurrió el mismo fenómeno, me siento muy contento.

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Los premios dan más responsabilidad

Nos surgen muchos más lectores. Y se forma un compromiso muy formal con lo que se escribe. Es algo que lo involucra a uno como escritor, con lo que escribe, cómo lo escribe y lo que dice. El escritor se vuelve un referente. Se debe ser responsable con lo que se opina.

Ya pasaron 20 años de Margarita, está linda la mar (Premio Alfaguara 1998) y 30 años de Castigo divino ¿Cómo las ve en retrospectiva?

Son hitos en mi carrera. Son los textos que me han invitado a reinventarme, a no estacionarme, a ser más experimental. Me invitan a no dormirme en los laureles y tratar de explorar nuevas formas de escribir historias, que es lo que más me gusta hacer. Busco siempre el abanico literario para escribir. Mi anterior novela, Sara fue otra forma de explorar el tema de la mujer, siempre desde puntos de vista diferentes. Es la variedad la que persigo.

Ya nadie llora por mí ¿retoma la novela negra?

Es una exploración del género negro. En esta se trata de retratar lo que ocurre dentro el mundo de este tipo de relatos, pero desde la perspectiva de Centroamérica, en la que el investigador no tiene un gran aparato estatal para hacer su trabajo. Se tiene que mover en arenas movedizas para lograr encontrar las soluciones, y tratando de no ensuciarse.

¿El escritor tiene una función política?

La función del escritor es escribir. Debe contar relatos que sean atractivos y que haga que los lectores puedan sacar sus propias conclusiones. El éxito de un escritor es lograr que el lector pueda inducir en sus relatos.

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Ahora por el Premio Cervantes es el centro de atención

Pero no debe dejarse uno deslumbrar por eso. Uno no debe dejar de ser la misma persona y tampoco extender la cola de pavo real. Hay que seguir escribiendo, eso queda. Los premios no son una finalidad del escritor.

¿Su idea de qué significa ser escritor ya se superó con la realidad?

Octavio Paz decía que si nos recuerdan por un solo verso escrito será suficiente. Pienso lo mismo, quiero que mi obra trascienda en las generaciones y que se me recuerde. Mi primer gran objetivo era publicar mi novela Tiempo del fulgor, lo logré acá en Guatemala, en 1970. Luego era ser traducido y se logró al alemán. La vida es una pared que se construye ladrillo a ladrillo.

¿Qué significa para usted Rubén Darío?

Es un comienzo y un punto de llegada. Es la figura que para mí, está más allá del bien y el mal. Competir con ese genio universal es imposible y es alguien al que me gusta regresar, no solo por su prosa, también por su poesía. Es universal

Sergio Ramírez mantiene una gira para presentar su novela Ya nadie llora por mí. Estará en Colombia, Guatemala y Ecuador.

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