Francisco Ralón: “En las bibliotecas se encuentran respuestas”

Toda una vida dedicada a los libros

Por: Sandra Escobar/ @sescobar_gt

Francisco Ralón Afre nació en Sololá, el 15 de diciembre de 1947, y tuvo la fortuna de pocos niños en Guatemala: creció en el seno de una familia que amaba los libros.

Ralón se graduó de maestro en el Instituto Normal Mixto Rafael Aqueche, en la Ciudad de Guatemala y después partió a EE. UU. para estudiar inglés. Su trayectoria en la bibliotecología suma 45 años de ejercicio profesional. Esos años se dedicó principalmente a buscar en las bibliotecas y los libros respuestas a las preguntas que inquietaban su mente, como cuando era era un niño, época en la que las revistas que su padre y hermanos le compraban incentivaron su pasión por la lectura.

En una conversación con Guatemalan Art, el ahora director de la Biblioteca del Centro de Investigación Regionales de Mesoamérica,(CIRMA), comparte su experiencia en el fascinante mundo de la bibliotecología.


¿Quién es Francisco Ralón?

Desde niño he sido amante de los libros. Me considero un humanista. Estudié magisterio, psicología, filosofía y bibliotecología; todo mi ser está en el campo del humanismo.

Hablemos de su experiencia en la bibliotecología…

Al graduarme de maestro, una de mis hermanas le pidió a mi papá que como premio de graduación me enviara a EE. UU. a estudiar inglés y así ocurrió. Llegué a aquel país con ese objetivo. Al concluir el primer semestre, hice exámenes de admisión en el City College of San Francisco, California. Al conocer mis calificaciones me ofrecieron estudiar allí, así que tomé esa oportunidad, cursé un técnico en bibliotecología y entré a este mundo de las bibliotecas. Cuando volví a Guatemala, tres años después, tuve la fortuna de hallar trabajo en la biblioteca del Colegio Americano y en la Universidad del Valle. Luego ingresé a estudiar una licenciatura en Psicología en la Universidad Rafael Landívar.

¿Cómo se acercó a los libros, a la lectura?

A los 7 años de edad aprendí a leer y tenía mi pequeña biblioteca con libros infantiles. La motivación vino en el seno de mi hogar, en casa siempre hubo libros. Mi papá tenía muchas publicaciones y revistas.Mi hermano mayor también era un gran lector. Tuve especial fascinación por los libros de cuentos; recuerdo especialmente la revista Billiken, que venía de Argentina, adoraba esa publicación. En aquellos años el ejemplar costaba 25 centavos, era mucho dinero, pero le pedía a mis hermanos para tenerla. Evidentemente tuve la fortuna de crecer en un entorno familiar en donde la lectura era parte de nuestra vida.

La revista argentina Billiken fue parte de las lecturas de infancia de Ralón Afre. (Foto Guatemalan Art: todocoleccion.net).

¿Por qué dedicarse al mundo de las bibliotecas? Es como una carrera extraña.

Al principio mi papá dijo, esa no es carrera de hombres
-refiriéndose a la bilbliotecología-, que iba a morir de hambre, porque en Guatemala eso no producía, pero no resultó cierto.

¿Hay campo de trabajo para un bibliotecólogo en Guatemala? 

Sí. Existe la necesidad de buenos bibliotecarios. Ahora la Universidad de San Carlos tiene la licenciatura en bibliotecología. 

Además de bibliotecas, también se puede trabajar en centros de documentación y las bibliotecas de los centros escolares. Aún hay personas empíricas que trabajan como bibliotecarias en el país. La oportunidad y el campo está y el reto es la preparación académica.

¿Cuáles son las cualidades de un bibliotecario en la actualidad?

Hay dos habilidades indispensables: hablar bien el inglés y manejar la computación, la tecnología, son dos pilares básicos que sostienen la carrera.

¿Cuál es su definición de biblioteca?

Las bibliotecas ya no son un lugar de silencio. La mayoría son más abiertas, tienen movimiento, computadoras. No requieren de tanto silencio. Creo que la biblioteca es un lugar para respuestas de todo tipo. De acuerdo a lo que usted elija, los libros pueden ayudarle a solucionar problemas, manejarse en la vida, aprender. Una biblioteca es fuente de conocimiento y por qué no, también de diversión.

¿Cuál es la función de un bibliotecólogo?

Es un profesional que organiza y administra la biblioteca. Por ejemplo, en el caso de los libros que resguarda CIRMA, además de lo básico, se requieren conocimientos de resguardo y conservación. Un bibliotecólogo es el cerebro del reciento, planifica, dirige y sabe cómo se hace el trabajo. En CIRMA hay una biblioteca, un archivo histórico y la fototeca, cada uno con su respectivo director. Solo en la biblioteca tenemos registrados 45 mil libros.

En este siglo, con la tecnología como principal protagonista y plataforma de lectura, ¿qué retos afronta un bibliotecólogo y cuál es la situación de la profesión en ese contexto?

El concepto de biblioteca ha cambiado al ritmo de la tecnología. La biblioteca no es más el lugar donde se guardan libros, más bien es una puerta abierta al conocimiento. Se trata de favorecer a los lectores para que obtengan lo que buscan. Antes clasificábamos libros, ahora hay bibliotecarios que clasifican sitios de internet. Pero la esencia sigue siendo la misma: acercar al usuario al conocimiento.

“Me parece que la biblioteca es un lugar de respuestas”, Francisco Ralón Afre, bibliotecólogo.

¿Para qué es importante leer? 

Está demostrado que la experiencia de leer, sobretodo en los niños, desarrolla más habilidades que en los que no leen, fortalece el vocabulario, estimula la imaginación. Un libro tiene sensaciones táctiles, olor. Si usted lee un libro, por ejemplo, una novela, lo obliga a darle rostro a los personajes y construir un escenario. Cuando yo leí Cien Años de Soledad encontré tantas similitudes con el lugar en el que nací. Creo que esa es la riqueza de tener esa experiencia. Quien no lee, se lo pierde. La generación de la pantalla, sacar fotocopias, evitar la lectura, el análisis, tendrá una grave repercusión si no se motiva a los niños y jóvenes a la lectura.

¿Cuál es el perfil del lector guatemalteco?

El problema en Guatemala es que no somos un país de lectores; la bibliotecas son escasas y los libros, caros. Otro factor clave son los maestros, ellos también deben ser el ejemplo como lectores para los alumnos. Los niños leerán si tiene libros a la mano, pero ¿y si en casa no hay libros? Es curioso, ahora hay más opciones para leer, pero no todos tienen acceso a la tecnología.

¿El lector nace o se hace?

Pienso que se hace. Conozco muchachos que, aún viniendo de familias muy pobres, sin acceso a libros, se han vuelto lectores. Le cito el caso de un joven de Sololá: donde él vive existió una biblioteca con libros viejísimos, él no tenía otra distracción y de esa cuenta se mantenía en esa biblioteca y se apasionó por la lectura.

Algunos analistas señalan que en Guatemala ocurre con frecuencia el “analfabetismo funcional”, ¿cuál es su postura al respecto?

Es cierto. Yo lo critico y lo veo a diario. Hay un ejemplo muy sencillo: ven un rótulo que dice ‘no estacionar’ y es el primer lugar donde las personas se estacionan, ¿por qué ocurre esto?, porque muchas veces se lee, pero no se comprende, no se analiza. Aquí es donde destaco la importancia de que los maestros sean lectores para que los alumnos también se motiven en el hábito y comprendan, analicen lo que leen. Personalmente, creo que hay muchas personas que deberían estar leyendo todo el tiempo y no lo hacen. En otros países la gente habitualmente lleva un libro o un periódico, de hecho, en el metro o tren, han puesto dispensadores de libros. Usted los lee y los deja en otro punto al dejar de usarlos. El analfabetismo funcional está relacionado con el sistema educativo que tenemos.


Trayectoria 

¿Cómo visualiza el futuro de las bibliotecas –físicas- de Guatemala?

Es complicado el panorama, sobretodo en el plano económico. Muchas veces no hay presupuesto, por lo general en el ámbito público. Le cito el ejemplo de Medellín,Colombia, tiene una red de bibliotecas públicas de lujo.

¿Cuál es el rol de las universidades del país para promover y fomentar la lectura crítica?

La lectura crítica implica, además de comprender, asociar nuestros propios conocimientos con lo que hemos leído. Ahí hay un papel clave, que es la investigación y la estimulación de la lectura. Algunas universidades tiene clubes de lectura.

¿Y con los niños?

Ellos se motivan mucho con la narración de cuentos, les fascina por ejemplo “la hora del cuento” y hay técnicas específicas para que amen la lectura; la intención es que lleguen a las bibliotecas, que les pierdan el miedo.

“Cada escuela de Guatemala, sin excepción, debería tener una biblioteca”. 

¿Cuál es la función social de la biblioteca?

¿Cuánto peligro corre un niño en la calle? ¿Y cuánto en una biblioteca? le cito el caso de Medellín, Colombia, allí tuve la oportunidad de conocer un proyecto de red de bibliotecas públicas   que fueron instaladas en lugares con altos índices de violencia, pero se trató de un proyecto tan bien diseñado que al final, esos centros se convirtieron en un punto de convergencia de los habitantes, niños, jóvenes adultos. Había madres que, en lugar de guardería, pasaban dejando a los niños a la biblioteca, porque eran trabajadoras. Notemos entonces la función clave de las bibliotecas en el desarrollo.

¿Cuáles son sus cinco libros favoritos?

Me gusta mucho El profeta, de Gibran Jalil Gibran; Siddharta, de Hermann Hesse; Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez; el cuento de Peter Pan, de James Matthew Barrie y Corazón, diario de un niño de Edmondo De Amicis.

¿Hay libros malos?

No es el libro, este es solo un instrumento. Es como una cuchara, la puede usar para beber sopa o para sacarle el ojo al vecino, es relativo. Los libros propagan ideas, por eso los nazis quemaban bibliotecas enteras, para dejar solo los libros -ideas- en las que ellos creían. No hay libros buenos o malos, depende de las circunstancias. A mí, por ejemplo, cuando era niño, mi hermano siempre me decía: no leas los libros de Giovanni Papini y fueron los primeros que leí, imagínese, yo tenía 9 años. Quizá en ese tiempo no estaba preparado, pero aún así los leí. En la historia hay miles de libros censurados y justamente, esas medidas comienzan con el criterio de si un texto es bueno o malo. Recordemos que al leer, buscamos respuestas. A veces analizamos a una persona a partir de los libros que lee, de hecho existe la biblioterapia, en la que los libros se utilizan como recurso terapéutico.

¿Cómo lograr hacer de la lectura un hábito?

Factor clave: que la gente tenga acceso a los libros, que los tenga cerca. Le digo a muchas personas: si no puede comprar un libro, lea un periódico, ahí hay material que se puede aprovechar para formar el hábito. El reto en Guatemala es hacer disponible la literatura.

Respecto de la literatura guatemalteca, tres libros para entender este país…

Todo guatemalteco debería haber leído, por lo menos, La hija del adelantado, de José Milla y Vidaurre, para tener una idea más clara de cómo era la vida en la época de la Colonia. La patria del criollo, de Severo Martínez Peláez, que discute la realidad de este país y lo complementaría con los poemas de Otto René Castillo; creo que esas lecturas dan una idea de tres momentos del desarrollo de Guatemala.

Y respecto de la literatura universal, tres libros que recomienda 

Siddhartha, novela de Hermann Hesse; como psicólogo me encantaría que todo el mundo leyera los libros de Jiddu Krishnamurti, tiene una especie de realismo en la que desaparece la idea del inconsciente y nos coloca en la pura realidad; el El análisis transaccional Qué dice usted después de decir hola, de Eric Berne.  

¿Un libro básico para iniciarse en la lectura como hábito?

El principito, de Antoine de Saint-Exupéry o Juan Salvador Gaviota, de Richard Bach. 

¿Qué libro está leyendo ahora? 

Estoy releyendo. En los últimos meses me he dedicado a “releer”. Por estos días, El retrato de Dorian Gray, novela de Oscar Wilde, lo leí cuando era joven y ahora lo quiero leer de viejo (sonríe).

¿Su escritor favorito? 

Hermann Hesse.

Si tuviera que convencer a alguien de que la lectura no es “aburrida” ¿qué argumento utilizaría?

Escogería un libro afín a la persona que intento convencer. Veamos el caso de Harry Potter, que ahora de hecho se analiza como un fenómeno que demuestra que los jóvenes sí leen cuando la literatura que se les ofrece es la adecuada a su edad e intereses. Si usted quiere leer, encuentre algo que le aporte, que le impacte y le sea útil. Con los niños es fácil, para leer un cuento hay muchas técnicas de motivación, la atención que ellos evidencian es fascinante.

El doctor Ralón Afre suma 45 años de trayectoria profesional en bibliotecas. (Foto Guatemalan Art: Sandra Escobar).

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