El Camaleón que invita a los niños a soñar

Rony Quiñónez tiene más de 10 años de trabajar con artes lúdicas. (Foto: Sandra Escobar).

Por Sandra Escobar

Él lleva carga liviana. Es un maletín de colores en el que guarda una peluca, una clava, algunos títeres y otras herramientas que, en cuestión de segundos, lo transforman para dibujar sonrisas o cuestionar lo aprendido.

Rony Amílcar Quiñónez García* es el típico guatemalteco, moreno, mediana estatura, pero hay algo que lo hace diferente: el arte lúdico, los libros y los sueños que se le colaron hasta en los huesos cuando en el 2005 comenzó a trabajar en la organización EducArte y se dio cuenta de que a los niños a quienes daba clases, les brillaban los ojos y les revoloteaba la imaginación cuando armaban juntos  el “árbol de los sueños”, un recurso pedagógico que le permitió incentivar el gusto por la lectura.

Quiñónez habla despacio, en ocasiones su mirada es triste, perdida, pero sus ojos vuelven a brillar cuando recuerda cómo durante los últimos 12 años ha desarrollado “arte callejero” como a él le gusta llamar a lo que hace.

“El arte también es exigir respeto, tolerancia, diversidad”.

Su historia de vida tiene algo de curioso, aunque se ha dedicado a desarrollar el arte desde la educación formal, él no concluyó el Bachillerato, se considera un autodidacta y eso no ha sido un impedimento para crear sus propias metodologías e impartir talleres en la calle, escuelas públicas y privadas y varios países de Centroamérica con un solo objetivo: estimular los sueños y el cuestionamiento de las ideas en los niños.

Quiñónez, el mayor entre dos hermanas, es padre de un niño de 10 años, a quien acostumbra contarle historias de esas que dibuja en la mente de los niños que pierden la noción del tiempo durante sus talleres.

Dos niños que trabajan como lustradores de zapatos se divierten durante la sesión fotográfica de Rony en Antigua Guatemala. (Foto: Sandra Escobar).

Sanar el alma

Conversamos de su vida, de los sueños, de las metas e ilusiones del Camaleón, su nombre artístico, ese que a los 34 años sonríe cuando dice que “cuando hay arte el niño juega, se divierte, se transforma”, y él lo descubrió de primera mano cuando se dio cuenta de que al leer los niños “creaban sus propias historias, nadie se las contaba”.

¿Y cómo sobrevive un nómada como él en un país como Guatemala? Toma un sorbo de café y sonríe, se apresura a responder que un cuentacuentos como él siempre tiene un lugar en el mundo, por eso va de aquí para allá, con esa “maleta mágica” que lo acompaña desde el 2007.

Se trata de una vieja maleta de ropa que fue donada a EducArte y que ellos transformaron en una biblioteca rodante para llevarla a donde un niño quiera leer, soñar, jugar, aprender.

“Desarrollar el arte lúdico me ha llevado a lugares que nunca imaginé”.

La trayectoria de Quiñónez no es convencional, no es de esas que pueden resumirse en varias hojas de papel bond y tinta negra. Lo de él es más bien una suerte de recuerdos atesorados los cuales esboza el paso de los minutos y le devuelven las sonrisas cultivadas a lo largo de ese recorrido.

Caja Lúdica, Red Cultura Viva Comunitaria, Casasito, EducArte, son algunas de las vivencias que más recuerda, pero es que hay tantos “rostros, aulas, espacios, calles, gente, risas, llantos, sueños, colores y sabores” en su andar, que al pedirle que las enumere prefiere compartirme las fotografías en las que congeló el tiempo y de vez en cuando vuelve a observar para seguir el camino.

Quiñónez prepara sus herramientas de trabajo en una calle de Antigua Guatemala. (Foto: Sandra Escobar).

Hay episodios de su vida personal que le duelen, como la separación de su pareja en el 2008; sin embargo, cree que todo ha sido un intenso aprendizaje.

¿Y qué hay del arte que se desarrolla sin mayores recursos, con los menos favorecidos? Rony tiene respuestas rápidas a las preguntas que le planteo, sobretodo porque su concepto de arte y cultura va más allá de los convencionalismos que esas palabras suelen tener.

“El arte es prevención de la violencia, es organización comunitaria; el arte también es empoderarte, exigir respeto” dice mientras su rostro se torna serio y su mirada vuelve a parecer perdida porque a veces hay días grises, días en que pareciera que todo está perdido, pero vuelven los días soleados cuando suena su teléfono y alguien le pregunta ¿Estás disponible para un taller con los niños?

“Si veo a un niño soñar, imaginar, crear, me doy por satisfecho”.

Rony toma su maletín liviano, empaca sus herramientas, avanza. Lleva amontonadas en ese maletín las ideas, las historias, los personajes, los guiones teatrales, ese arte lúdico y transformador en el que él cree, ese que lo ha llevado a lugares que nunca imaginó.

¿Cuántos “Ronys” más habrá en Guatemala? ¿Cuántos más están, en ese justo momento intentando un cambio por medio del arte lúdico?, me pregunto mientras fotografío a Rony junto a dos niños que lustran zapatos… él les pregunta ¿y van a la escuela? Sí, responden, mientras juegan con las herramientas del Camaleón, y él sigue preguntando y yo, fotografiando y los niños, sonríen.

“El arte lúdico es proponer, accionar, transformar”.

*Rony Amílcar Quiñónez García nació en Antigua Guatemala, Sacatepéquez, el 12 de octubre de 1982. Completó sus estudios de Primaria en una escuela pública. En el 2005 comenzó su andar en el arte lúdico cuando encontró una oportunidad en la organización comunitaria Educarte. En los últimos años desarrolla su trabajo como gestor cultural de forma independiente e imparte talleres en donde el arte lúdico es su principal herramienta de trabajo. Quiñónez ha impartido talleres en varios países de Centroamérica. Puedes contactar a Rony Quiñonez en Facebook como Arte Urbano Camaleón.

Rony Quiñónez, el Camaleón, cree que el arte también es una herramienta de empoderamiento para los menos favorecidos. (Foto: Sandra Escobar).

Quiñónez utiliza los títeres como herramienta pedagógica para talleres de arte lúdico con niños y jóvenes. (Foto: Sandra Escobar).

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