Un viaje al corazón de Calakmul

Ángel Elías

A lo mejor los exploradores de finales del siglo XIX tuvieron ese mismo asombro que uno tiene al llegar al místico lugar que alberga el sitio arqueológico maya de Calakmul, donde todo es verde, con olor a naturaleza y sonidos a animales lejanos. Calakmul está en el corazón del estado de Campeche, en el sureste de México.

Llegar a aquel sitio no es tan difícil si lo comparamos con los caminos que los chicleros abrieron a fuerza de machete frente a aquella selva en el siglo XIX, en la actualidad sigue tan indómita que solo otorga permisos para entrar por un único camino de asfalto.

Este viaje no me tomó días entre las ciénagas y el ataque de mosquitos de tamaños prehistóricos, solo la distancia que da un automóvil que atraviesa la densa selva entre túneles de árboles y enredaderas que hacen de la travesía un interesante e inolvidable paso por la belleza bañada de clorofila.

De la carretera principal que separa a Chetumal de Mérida, existe un camino secundario de 40 kilómetros lleva a un encuentro con el pasado.

En el recorrido, si se detiene el auto y con un poco de paciencia se pueden apreciar el paso de pavos silvestres, algunos micos y cerdos de monte. Cuentan que en los amaneceres o los atardeceres se puede, con suerte, escuchar el mítico rugido del jaguar.

Sus caminos recuerdan las viejas carreteras que existían entre ciudades para atravesar las selvas. Estas calzadas eran llamadas como Sakbé que en idioma maya significa camino blanco ya que efectivamente eran blancas, gracias al estuco y el encalado que recibían. Estas se elevaban hasta 4 metros sobre el nivel del suelo de la selva y alcanzaban hasta los 12 metros de ancho. Esto se hacía para evitar las inundaciones y así durante los inviernos no quedar incomunicados ya que buena parte de la selva se inundaba.

Una carretera en buenas condiciones y serpenteados me traslada a la capital Kan, del señorío serpiente que durante casi mil años sobrevivió en la dureza de la selva y que fue la eterna rival de Tikal. Ambas ciudades coincidieron en el tiempo y mantuvieron distintos conflictos como estados militarmente fuertes y que buscaban la supremacía sobre el otro.

Luego de 1 hora de conducción entre paredes de helechos y nubes de mariposas amarillas (sí, como la visión del colombiano Gabriel García Márquez) que emergen como chorros de las selvas, la lluvia de una
noche anterior seguro hizo que salieran de su letargo más animadas, llego al estacionamiento. Hay
pocos autos, señal de que es un lugar poco visitado, además es lunes.

Los senderos que separan a las estructuras en el sitio de Calakmul. (Foto Guatemalan Art: Ángel Elías).

Joya verde

La entrada es de $254 pesos, (unos US$15). La cifra es simbólica si se tiene en cuenta que una joya verde y de sonidos selváticos se tendrá a pocos pasos. Sus caminos separan la entrada de la primera estructura por aproximadamente un kilómetro. Ese recorrido se hace entre árboles, monos aulladores que comen pacientemente mientras el Sol se pone lentamente en lo más alto de la cúpula celeste, una que otra lagartija corretea sobre sus dos patas.

Sus caminos recuerdan las viejas carreteras que existían entre ciudades para atravesar las selvas. Estas calzadas eran llamadas como Sakbé que en idioma maya significa camino blanco ya que efectivamente eran blancas, gracias al estuco y el encalado que recibían. Estas se elevaban hasta 4 metros sobre el nivel de la selva y alcanzaban hasta los 12 metros de ancho. Esto se hacía para evitar las inundaciones y así durante los inviernos no quedar incomunicados ya que buena parte de la selva se inundaba.

Una familia de monos me dio la bienvenida. Mientras se balanceaban para encontrar comida me acompañaron durante el trayecto hasta penetrar aquella selva que llega a ser tan espesa que no hay forma de apartarse del camino trazado.

El recorrido lleva a los visitantes a ver gigantescos árboles, entre ceibas, helechos y chicozapotes. Por uno de los caminos aún se aprecia uno de los reservorios del lugar, ahora invadido por lirios y plantas. Este reservorio era usado por los mayas para surtirse de agua, ya que al no contar con ríos o nacimientos de agua debían almacenar la lluvia o de la misma selva en aquellas lagunas artificiales. En la actualidad es un sitio al que acuden animales a beber y lo ha vuelto uno de los pilares del ecosistema en la selva densa de Campeche.

Las primeras pirámides aparecen, como monstruos de piedra y tiempo. Aquella primera gran construcción se distingue entre los gruesos troncos de los árboles de la selva. El sitio huele a humedad, plantas e historia. Las gruesas paredes de piedra hechas hace más de 1500 años revelan que el paso del hombre por la Tierra es efímero, pero su recuerdo puede durar mucho más tiempo.  La mayoría de pirámides construidas durante el período Clásico maya fueron generalmente tumbas de grandes gobernantes, que desearon perpetuar su imagen y recuerdo al paso del tiempo.

El sitio arqueológico de Calakmul tiene 723 mil hectáreas, con 6 mil estructuras que hacen de este lugar el mayor sitio arqueológico de Campeche y que abarca 70 kilómetros cuadrados. En 2002 fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad y en 2014 Patrimonio Mixto de la Humanidad. Se sabe que llegó a albergar hasta 50 mil personas y fue la capital del gobierno Kan o de la Serpiente. Fue la principal rival de Tikal (Guatemala) por lo que se tiene datos de tres grandes enfrentamientos entre estos dos estados mayas.

Los templos revelan cada secreto a sus exploradores.(Foto Guatemalan Art: Ángel Elías).

La belleza de sus templos

Mi primera parada es en la gran acrópolis y el complejo residencial. El sitio encierra misticismo y un silencio que embruja. Cubierto por la densa selva, cada estructura parece un cuidador del tiempo y guardia de la historia. La estructura VII, precede a la gran acrópolis y es una pirámide con varias estelas en su frente, como recordando un pasado glorioso y lleno de vida. Muchas de estas estelas fueron quebradas y saqueadas por lo que algunas están severamente dañadas, sin embargo, no deja de impresionar como las pirámides se yerguen entre la espesura del segundo pulmón más grande de América Latina.

En la actualidad, Calakmul es el sitio arqueológico en el que más estelas se han encontrado. Con 120 en su totalidad se han ido reconstruyendo su historia para conocer sus conexiones ancestrales. En las inscripciones se ha descifrado el nombre Uxte’tuun, que significa Tres piedras, y que muy probablemente sea el nombre de Calakmul.

La gran acrópolis es el centro de hegemonía y fortaleza del sitio, en este lugar se distinguen por su juego de pelota, ritual que conectaba a los jugadores con el inframundo y que además era un juego político y religioso por excelencia. La estructura XX destaca por sus pasadizos que interconectaban entre cada una de las estructuras.

El sonido de la selva, los halcones, los monos aulladores y el paso de los pavos silvestres transportan al visitante a una época en la que Europa y América estaban distanciados. Ahora estas estructuras recuerdan ese momento de introspección entre los abuelos mayas y la actualidad.

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El punto de visita obligatorio en Calakmul es el Templo II que es una de las pirámides más grandes en dimensiones, de la región maya. Tiene 400 metros de cada lado y que bajo su construcción actual se ha encontrado otros edificios, cosa que explica sus grandes dimensiones. Uno de sus descubrimientos más reveladores son sus frisos, algunos narran la cotidianidad del pueblo maya y otros cuentan con una de las más tempranas representaciones de Chaak, dios de la lluvia maya. Este sitio está reservado para investigadores.

En el templo II de Calakmul se encontró la tumba de Yuknoom Yich’aak K’ahk’, mejor conocido como Garra de Jaguar o Zarpa de Fuego, uno de los grandes gobernantes de Calakmul. El ascenso a este templo invita a hacerlo despacio y conscientes de que bajo nuestros pies hay cientos de años de historia. Mientras busco la cumbre de esta, el escenario cambia, el sol poco a poco vuelve a tomar preponderancia y el manto de verde de los árboles va cediendo y ya no se ven tan altos. Son tres escalas las que se hacen para llegar a la cumbre. Son 55 metros de altura los que separaban al gobernante del suelo. Al llegar logro apreciar un extenso manto verde que en horizontes se une con el azul del cielo. La magnificencia del lugar es inexplicable. Cada uno de los escalones que se sube, vale la pena.

Desde las alturas los gobernantes dirigían los destinos de sus pueblos. (Foto Guatemalan Art: Ángel Elías).

Al estar allí, no queda más que imaginarse aquel sitio, poco más de mil años antes, con personas comerciando, transitando y conversando mientras los gobernantes se comunicaban con los dioses para definir el destino de las ciudades.

Calakmul es una ciudad en la que se deja un poco el alma, con sus construcciones, su historia, la majestuosidad de sus mascarones y estelas que son como una máquina del tiempo que se alimenta de clorofila y agua.

Cada uno de los templos tenía una función especial ya sea religiosa o política. (Foto Guatemalan Art: Ángel Elías).

Las estelas aún se conservan en el sitio, se ha localizado más de cien. (Foto Guatemalan Art: Ángel Elías).

Una vista panorámica desde el Templo II. (Foto Guatemalan Art: Ángel Elías).

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